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lunes, 27 de junio de 2011

De la basura, al esplendor de un lugar exótico y lejano.


En navidades encontré una caja grande de madera gris, que por los restos de virutas de celofán en su interior, parecía haber sido el envase de una cesta de navidad.

Los afortunados que la recibieron, se zamparon el turrón, los mazapanes, polvorones, los embutidos selectos ibéricos y se bebieron el champán. La caja, a la basura. ¡Desagradecidos! Es una buenísima calle donde la encontré. De gran postín. Justo enfrente de donde cogí la caja, vivía Julio Iglesias con Isabel Preysler. Y por supuesto, Enrique Iglesias, que me cae bastante mejor que su padre. Pero está claro que aunque viva gente de muchísimo dinero en esa calle, no quiere decir que sean personas creativas. Ahí estaba la caja esperando ser destrozada en el camión de la basura.

Yo que puedo ser capáz de ver el potencial de un objeto aparentemente inútil, me la llevé a casa.

Y después de meses arinconada, la he decorado.


Luego me echan en cara, que no hago un paso a paso de estas decoraciones (Un beso, Eva). El caso es que se me olvida hacer fotos de cada paso, pero intentaré explicarlo para que quién se anime, se pueda inspirar.

Después de pintarla de rojo chino satinado (Sí. Sé que debería hacerme mirar por un médico esta obsesión por el color rojo), decoré los cantos en oro ayudandome de cinta de carrocero.




Después, Usé unas platillas para adornarla con unos estarcidos, también en oro.


Hay que retocar las imperfecciones después.


He dejado encima mis gafas de cerca 
para que veais el tamaño de la caja.
parece mucho más pequeña en las fotos.

Esta es la tapa terminada.

Como siempre me ocurre, tardo mucho en decidirme por una elección para la decoración. Se me ocurren varias ideas una después de otra.

Me decidí por una preciosa ilustración de Alberto Vargas para el decoupage. Que imprimí y recorté para añadirle el fondo de piel de leopardo y unas rosas, que incluyo por si alguien lo necesita.




Con el flash de la cámara, los colores quedan
más apagados. Al natural, es más bonito.

Sustituí las asas, las bisagras y el cierre de la tapa,
por unos de latón.

Y unas pequeñas esquineras, también de latón.
Por supuesto, lleva varias manos de barníz.

Del tirador de la tapa, como no, le colgué una borla.
Y unos tiradores para cajones de bolas madera,
pintados de rojo, sirven de patas

La pieza verde grande, la compré en eBay.
Parece jade.

En el interior de la tapa, le añadí un estarcido
dorado con gorriones.Y una cadena atornillada 
para sujetar la tapa al abrirla.

Decidí que el mejor uso que le podía dar era
guardar los albums de las fotos de mis galgos
que se fueron, Nikolai, Dimitri y Robin.


Y como ya no me queda sitio en casa para más trastos, meter la caja debajo del mueble chino que decoré hace unos meses.




Queda tan decorativa como Tallulah 
sobre un sofá.

¡Y recordad que nunca se deben tirar las cajas de madera con un gran potencial!